La actriz Berta Ojea y yo visitamos Auschwitz. Fue un viaje moral. En un autobús, de regreso a Cracovia, paralizadas por el silencio sobrecogedor de la experiencia, una memoria y una necesidad nos comprometieron a las dos: Berta Ojea me pedía que le escribiera un texto teatral en el que las voces de tantas mujeres evitadas por la historia humillante nos ayudaran a encontrar actitudes de dignidad contra la barbarie.

 La sospecha de que hay un valioso mundo por crear esperando en las palabras de nuestras abuelas intelectuales y en la obra de tantas artistas españolas de las primeras décadas del siglo XX, hace que la actriz convoque una tertulia de amigas y maestras. Clara Campoamor, María Zambrano, Maruja Mallo, Carmen de Burgos, Ángeles Santos, María Arbós, Concha Méndez, María Lejárrega, Mª Teresa León, Isabel Oyarzábal o María Moliner han aceptado su invitación, como lo haremos las personas asistentes al rito durante el tiempo que dure el mismo. He llamado a este encuentro Cuadernos de la niña escondida. Conversaciones creadoras con personas de sensibilidad escénica y talento, como son Evelyn Viamonte y Alberto Menéndez, han traído palabras a estos cuadernos que sin su generosa amistad no habría sido posible.

Y es que el Teatro no renuncia a recuperar sueños capaces de cambiar el rumbo de las cosas que se disfrazan de inevitables. Esa es su misteriosa tarea: alumbrar los rincones más escondidos del alma humana y hallar, en lo oscuro, una llama que ayude a arrancar sin miedo las impuestas máscaras de la impotencia y la resignación. 

Quién sabe si en la memoria de tantas mujeres sabias, como en las mejores semillas enterradas, no nos espera todavía esa respuesta fértil —o esa pregunta— que nos libraría de desánimos y tristezas crecientes. Ellas trabajaron con esperanza y generosidad sabiendo que el tejido de su labor quizás solo cobijaría en el futuro. ¿Y si fuéramos, hoy, su mañana? 

La sospecha de que hay un valioso mundo por crear esperando en las palabras de nuestras abuelas intelectuales y en la obra de tantas artistas españolas de las primeras décadas del siglo XX, hace que la actriz convoque una tertulia de amigas y maestras. Clara Campoamor, María Zambrano, Maruja Mallo, Carmen de Burgos, Ángeles Santos, María Sánchez Arbós, Concha Méndez, María Lejárrega, Mª Teresa León, Isabel Oyarzábal o María Moliner han aceptado su invitación, como lo haremos las personas asistentes al rito durante el tiempo que dure el mismo. 

Quién sabe si en la memoria de tantas mujeres sabias, como en las mejores semillas enterradas, no nos espera todavía esa respuesta fértil –o esa pregunta- que nos libraría de desánimos y tristezas crecientes. Ellas trabajaron con esperanza y generosidad sabiendo que el tejido de su labor quizás solo cobijaría en el futuro. ¿Y si fuéramos, hoy, su mañana?

Marifé Santiago Bolaños